Reventados. Así es como llegamos ayer a nuestro albergue en Portomarín. Fueron 22 km de subidas y bajadas, entre bosques y prados. Hubo ratos en los que el calor apretaba pero la sombra de los robledales fueron un respiro. El ambiente entre los chavales ha sido muy bueno, no han parado de contar historias en toda la ruta. Las dos últimas horas, el grupo se disgregó bastante y eso hizo que llegáramos un poco más tarde de lo previsto. Eso supuso duchas rápidas en minuto y medio e ir a todo correr a por la merecida cena. Después, a la cama a descansar que hoy nos esperan 23 km de nueva aventura.
